jueves, 13 de diciembre de 2012

Reflejos



Al final todo el mundo buscamos reflejos. Nuestra imagen en los ojos del otro. Hablamos habitualmente de cómo los niños se ven a través nuestro, de la importancia de devolverles una imagen positiva, agradable, digna de amor, de ellos mismos, porque así aprenden a verse. En nuestros ojos, nuestras miradas, nuestros sentimientos hacia ellos.

Y también se nos llena la boca de lo ideal que es no mirarse en otros ojos, en otras opiniones, en otras personas. De que no somos un reflejo de nada, que somos entes enteros, perfectos en nuestra imperfección. Que no necesitamos (o no deberíamos necesitar) vernos en nadie para sentirnos bien.

Ojalá. Ojalá la teoría fuera de la mano de la realidad ¿O no? Porque a mí me pasa, a veces, que quiero verme reflejada en otros ojos, en otras mentes, en otras personas. 

¿Quién no ha soñado despierto alguna vez con que escriban ESE poema, ESE verso, ESA reflexión pensando en ti? No hablo de amores románticos, hablo de la huella que dejamos.

¿Quién jamás ha necesitado verse imponente,  saberse brillante, verse interesante, saberse diferente, por ese reflejo que te devuelve otra mirada?

Hay mañanas, cuando una se mira al espejo y le devuelve la imagen real, en que una no puede evitar mirar atrás y pensar en otras imágenes que se vieron reflejadas en el espejo. No es un cualquier tiempo pasado fue mejor. Es nostalgia de esas épocas en las que tu reflejo te decía que podías lograrlo todo, que ibas a conseguirlo todo. Que el mundo estaba esperándote a ti, y solo a ti, ahí fuera. Para que lo cogieras con ambas manos.

Perdonadme si estoy nostálgica, si no estoy optimista; pero  estoy en ese punto de la encrucijada en que una se mira a los ojos y sobre todo lo demás ve ojeras, pelos que necesitan urgentemente que alguien intervenga; piel apagada y sonrisa esquiva. Que empieza a vislumbrar que hay tantas cosas que ya no serán que  se hace difícil respirar.  Que sabes que nadie girará la cabeza en la calle al pasar, que nadie escribirá pensando en ti y que dudas de si tu existencia marcará de alguna manera otras vidas, o si realmente pasarás por ellas como una ligera brisa nada más.



Pero hay una cosa que si sé. Que cuando vuelva a casa, con las ojeras más pronunciadas, calada hasta los huesos, cansada o desanimada, me encontraré dos pares de ojos que, al menos durante un puñado de años, me mirarán al llegar y me devolverán esa imagen que yo sola ya no puedo encontrar. La de una mujer que todo lo puede; que todo lo cura, que todo lo sana. Cuya sonrisa es LA sonrisa. Que con su sola presencia consigue llenar el espacio enorme alrededor de dos pequeñas.

Aprovechemos ese tiempo para dejarnos llevar y mirarnos en sus ojos. Para volvernos a creer que somos lo más importante del mundo y que dejaremos huella queramos o no.  

10 comentarios:

  1. Tienes mucha razón. He intentado ponerte algo bonito, algo que te hiciese ver en mí una persona ingeniosa, brillante y de ese modo sentirme así durante un rato. No se me ha ocurrido nada.
    Me consuelo pensando en que cuando llegue a casa mis hijos me mirarán como si yo fuese el centro del mundo y me observarán con maravilla tuneando chapuceramente sus disfraces de Navidad como si mamá fuese capaz de hacer siempre grandes cosas. Ellos me hacen sentirme importante y capaz de todo porque para ellos SOY capaz de todo. Algún día se darán cuenta de su error pero mientras tanto disfruto de esas miradas.

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    1. Nena, tus hijos se darán cuenta de que no eres perfecta, pero no hay ningún error. Eres capaz de todo para ellos y por ellos.
      No hace falta que me pongas nada aquí para que yo te considere una persona ingeniosa o brillante, me gustas como eres y me gusta tener a tu familia cerca. Un abrazo

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  2. Iba leyendo lo de que no te miras en ningun espejo, que no dejas huella... y pensaba... pero si tienes dos niñas preciosas para las que eres una superheroína!! :)
    Pues te diré, además, que para mí eres un ejemplo a seguir, una referencia, comoloyes. Cuando me veo con los dos enanos saturada, agobiada, sobrepasada... me acuerdo de supermadres como tú que han podido con ello y me sirve mucho, me da fuerza y ánimo para seguir al pie del cañón sin flaquear...
    Un beso guapa!!!

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    1. Gracias guapa... me vas a sonrojar, pero no, no soy ningún ejemplo a seguir, que va. Sólo soy una mujer un poco perdida a veces a la que le viene fenomenal que estéis ahí para ayudarme cuando estoy baja de ánimo.
      Tú si que vales campeona ;)

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  3. A mi también me ha pasado que me he quedado un momento mirándome y diciendome... donde estas?? donde estás que no te encuentro por ningún lado?? y es que los cambios con la maternidad son muy muy heavys, en mi caso físicamente y psicológicamente..hay días en que el vértigo es tal que casi no me atrevo a buscarme no sea que me encuentre y la de antes se ponga hecha una fúria... al ver comodices tu que necesito un tinte... hacer la cera... ir a un spá a relajarme.... peeeeeeeeeero cuando encuetras el equilibrio ( que yo estoy en proceso.. de momento he ido a la pelu la semana pasada..jijiji) es fantástico evolucionar..ser mujer y ahora madre es la metamorfósis más reconciliadora con una misma... más recompensada y más intensa que puedas vivir..

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    1. Si, es fantástico evolucionar, y convertirse en madre es algo tan increíble que no puede describirse con palabras...
      Aún así, hay momentos en la vida en que una necesita más reflejos que los de los hijos ¿no?
      Al menos eso me pasa a mí en ocasiones...

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  4. Madre mia...q precioso...cuanta razon, me has hecho llorar ...amen por tus palabras, madraza. Carmen Garzon :-)

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  5. Mi madre era ama de casa, gordita, se ponia diadema con coleta (eso a una niña de 11 años le parece un grandísmo error) y, a veces, cuando se reia fuerte, se le escapaba el pis. Era la mejor madre del mundo, sin discusión. La perdí hace 17 años. Si consigo que mi hija sienta por mi lo que yo siento por mi madre creo que eso me hará feliz para siempre.

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    1. Me has hecho sonreír con lo de la coleta y la diadema. Sí, todos tenemos esos pequeños recuerdos de cosas de "mamá por favor". Me alegro muchísimo de que tengas ese recuerdo tan cálido de tu madre. Y estoy segura de que tu hija sentirá por ti algo muy parecido, distinto porque sois diferentes personas pero parecido en el fondo.

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