jueves, 5 de julio de 2012

Gracias, mamá


Hoy, por fin, te jubilas. Hoy por primera vez en 65 años no vas a celebrar el cumpleaños, sino ¡la jubilación! Entiendo que después de tantos años trabajando tiene que sentirse uno extraño con la sensación de que no, ya no hay que volver nunca más a trabajar, a la taquilla, a levantarte del sofá por la tarde porque hay turno de noche.

Pero yo si quiero celebrar el cumpleaños. Quiero aprovechar este 65 cumpleaños para darte las gracias… Por todas y cada una de las cosas que has hecho como madre, aunque no estemos de acuerdo en muchas (es lo que tiene educar a los hijos para que tengan ideas propias…). Sin embargo, me gustaría agradecer especialmente algunas de ellas.

Gracias por tenernos siempre en cuenta. No es una obviedad, no todo el mundo piensa en los niños como personas. Gracias por dejarnos tomar decisiones, por dejar que nos equivocáramos. Y por estar ahí cuando después de equivocarnos hemos vuelto con el rabo entre las piernas.


Gracias por no dejarnos llorando sin ser atendidos (“para que aprendan”); por entender que cuando alguien llora, le pasa algo. Por enseñarnos que los sentimientos hay que respetarlos y que no son buenos ni malos, que a veces hay que llorar para curar las heridas.

Gracias por no obligarnos a dormir solos. Por no dejarnos a oscuras llorando, por hacernos siempre un hueco en la cama, y dejarnos dormir contigo. O incluso encima tuyo. Gracias por las luces encendidas en la noche.

Gracias por educarnos en el respeto y en la igualdad. Por hacernos entender que todos somos iguales, y que las personas son importantes. No he sido consciente de esa enseñanza durante mucho tiempo, hasta que me he dado cuenta de que no todo el mundo trata a la gente como tú, como nosotros. Y gracias por inculcarnos que hombres y mujeres son iguales no solo ante la ley, sino ante la vida.

Gracias por los años duros. Por todas esas noches sin dormir, por todas esas jornadas maratonianas de trabajo, por esa soledad en la crianza. Gracias por conseguir que teniendo una madre trabajadora fuera de casa jamás nos hayamos sentidos solos ni abandonados.

Gracias por no pegarnos, por no castigarnos, por tratarnos con respeto. Por hacernos partícipes de la marcha de las cosas y por explicarnos todo. Por dejarnos ensuciarnos, por no reñirnos cuando intentábamos algo aunque no lo consiguiéramos. Gracias por no premiar las buenas notas ni castigar las malas.

Y seguro que me dejo muchas cosas, seguro que alguna importante.  Pero no quiero terminar sin agradecerte también tu función de abuela. Gracias por ser una abuela estupenda para tus nietas. Por pintarles las uñas y llevarlas a comer hamburguesas y a bailar.

Disfruta de tu día, te lo has ganado.

 Felicidades, mamá.